Las nociones de no-lugar y de espacio público pueden definirse por oposición a aquellas de las que obtienen su sentido: es posible oponer no-lugar a lugar, espacio público a espacio privado. Estas dos oposiciones comparten, sin embargo, su carácter relativo. Si se define el espacio público no como un espacio delimitado y balizado en la superficie de la tierra, sino como el espacio eventualmente metafórico donde se forma la opinión pública, se puede admitir paralelamente que el espacio privado en sentido literal -el de la familia, por ejemplo, que se concreta en una casa o en un apartamento- sea un lugar en el que la opinión pública pueda expresarse, dar lugar al debate. Las parejas no tienen siempre las mismas opiniones, los padres y los hijos todavía menos. Si se define el no-lugar no como un espacio empíricamente identificable (un aeropuerto, un supermercado o una pantalla de televisión), sino como el espacio creado por la mirada que lo toma por objeto, es posible admitir que el